martes, 24 de abril de 2012

Un mil quinientos trece


Me voy yendo para siempre
En esta noche que nadie escucha.
Me diluyo para siempre
en este fin premeditado.

Me llevo así,
El mal y la cura.

Para que este engendro.
Despierte en otro hombre.
Ya pasados muchos años.

Seguro ese mundo que le toque
No será ni parecido al mío
A este que me ocupa.
Y le doy lucha.

Tal vez no exista la propiedad privada.
Ni una institución como esta que llaman matrimonio.
Ni la fidelidad sea un dilema.

Tal vez al fin
El hombre sea libre.
Y abandone el miedo
Y la culpa.

La humanidad
Ya no sufra el hambre.
Deje de ser el cáncer un negocio para las multinacionales.
Se diluyan las desigualdades en un mañana distinto.

Solo se que para que esto al fin suceda.
Ese hombre deberá encontrar las respuestas;
como hice yo, en el alma.

Aunque en mi época eso no sirvió de mucho.

Saint de Exupery
El Aconcagua.
Un mil quinientos trece.

martes, 10 de abril de 2012

Andromedario



Un episodio absurdo,
Una mueca.
Algún vestigio del verdugo.

Del censor.

Algo veo que se esconde en esta gente.

Crueles seres
Que aborrecen la palabra.
Y cualquier forma de entendimiento.

Es su hábitat
La ceguera

La ironía irreversible
Del no tiempo.

Casas como cárceles.
Dioses de dinero.

Superficiales placebos

Yo también necesito metadona.

Algo que me duerma un rato.

Que me haga sentir ciego.

Y no cargar
Con esta farsa en mis espaldas.

Un descanso.
Un recreo.

Algún día
Que se parezca a ningún día.

Algún alma
Que se permita su juego.

Por lo general
Uno se encuentra en la tormenta.

Cruel, radical
Es la verdad
Cuando te escupe a la cara.

Y te impide seguir soñando.

Porque todo sueño.
Se construye con las manos.

Con esta carnalidad inverosímil
Que dura solo un rato

Luego, un tiempo después.
Ya es muy tarde.

Porque te comen los gusanos.

Y todo lo que creías ser
Se evapora

Como el whisky
En este vaso.

Si no lo tomas en el momento justo
En que se enamora y se fusiona con el hielo
Y se hacen uno

Allá en lo eterno