Te escribo estas líneas.
Como aquellas que nos tomamos alguna vez,
Mientras conspirábamos
Para prender fuego la rosada.
Y vos te reías de mi sangre anarca.
Porque aprendí de vos,
El sublime encanto de la libertad
Y también a pagar el precio.
No porque me diste la vida.
Más bien,
Porque la transitaste a mi lado.
Tratando de enmendar errores,
Propios y ajenos.
Incluso los míos.
Para que la caída no sea tan brava.
Porque te llevo clavado en mi pecho.
Y desearía que nos sobraran los años.
Para seguir persiguiendo sueños.
Hasta que llegue la calma.
Y entonces si,
Sentarnos juntos a la mesa mas larga.
Como aquella que quedo en el recuerdo.
Y simplemente no decirte mas nada.
Que, viejo, te quiero.
A la memoria de mi viejo.
Hector Ricardo Guaraglia
10/3/51 - 31/7/11 en la eternidad.
domingo, 31 de julio de 2011
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