jueves, 23 de febrero de 2012

Verdeser



Verdeser de luz
De la estupida ilusión de amarte.
Alma que has nacido libre.
Y contaminas con tu esencia
Todo lo que tocas.

Increpándolo a destajo.

Sabes tu del viento sabio
Y de cómo desplegar tus alas.

Y quieres en tu vuelo eterno,
Llevarnos a todos.

A donde descansan los deseos
Luego de ser consumados.

Ausencia notable
De las horas
Cuando quedas ahí,
Callada y brillando.

Y yo me pierdo,
Pierdo el poder de mis sentidos.
Te lo regalo.

Y vuelo.
Así, siempre a tu lado.
En infranqueable transparencia.

Y en tus brazos,
Veo el mundo desde el cielo.
Pierdo el miedo.

Ya no existe la caída.

Cuando se ha llegado tan alto.

Danzando en la tormenta interminable



Yo también fui un pedazo de carne,
Yendo todos los días al matadero.
Entregando mi vida y mi corazón
Por un puñado de billetes.

También morí,
Cada día con sus noches.
Y mi alma prostituida agonizaba.

Hasta que me fui perdiendo en el ocaso
Y todo se hizo noche.

Ya no hubo ningún amor
Que me salve
Y llego la muerte
Con sus garras
A arrebatarme lo que quedaba.

Y me sentí desnudo
Danzando en la tormenta interminable.

Solo me quedaba
Un recuerdo
Y un ínfimo pedazo
De conciencia

Y con mi fe
Y con dos monedas.
Comencé de vuelta.
Bese a la vida en la boca
Aunque no le crea.

Todavía quedan por vivir cosas
Buenas.

De esas que se construyen día tras día.

Con la gente que aun nos queda.
Y la que llega.

Ya cansada de inmolarse.