A veces,
escribo para salvarme.
Otras, para suicidarme en versos.
Para sacarle el cuerpo a la nada.
Para hundirme en el misterio.
Para que me iluminen las palabras.
Ya que mis ojos están ciegos.
Y todo lo que ven, no creen.
Invitados al festín,
del fin sublime, perfecto
y transparente.
Han quedado estupefactos.
Tildados para siempre.
A veces, escribo para salvarme.
La mayoría de las veces.
martes, 23 de marzo de 2010
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