A veces supongo que te quedas.
Otras, que vienes de visita.
Y te doy la llave de mi
ciudad imaginaria.
Y organizo una fiesta.
Prendo sahumerios,
repaso copas
y abro un buen vino.
Y me siento a esperarte
en el escalón de afuera.
Como cuando venia mi vieja del trabajo
y sabia que traía una TITA en la cartera.
Y mientras no llegas,
me pregunto tu nombre,
el largo de tus piernas.
Si le escapas al verano,
si es que amas con la medula.
Y en ese ínterin,
pasa alguna,
una, cualquiera.
Y la invito a mi casa.
Y se siente celebrada,
se siente mujer,
se siente hembra.
Pero a las tres de la mañana,
la hecho afuera.
¡ No te duermas en mi cama !
Y vuelvo al escalón de entrada,
previo abrir una cerveza.
A esperar siempre la nada.
A esperar lo que se sueña.
Por eso no duermo de noche.
jueves, 6 de mayo de 2010
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