Toda esta impetuosa inercia y yo,
dejándome arrastrar por la nostalgia
hacia los confines del alma.
Donde desatan sus batallas.
Mis ángeles y mis fantasmas,
Reclamándome para si.
Como si una sola vida,
no soportara esta dualidad.
Este claroscuro.
Ahora se,
que me debo tanto al cielo
como a las sombras.
Porque aprendí tanto en las aulas,
como en los callejones.
Aprendí a crear y a ser benigno,
Pero es la oscuridad,
la que le pone peso a mis palabras.
La que rompe el foco monopólico
de la imbecilidad.
Es que el día es solo una comedia bizarra.
Donde te adaptas o morís.
En cambio la noche.
Me permite desplegar
mis tenebrosas alas.
Y sobrevolar el infierno.
miércoles, 20 de octubre de 2010
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