Obnubilado por las horas muertas,
descarto la idea del suicidio.
me abrazo por décimo quinta vez
a esta botella y me voy.
silbando bajito.
Al bar del desencuentro.
A encontrarme con otros fantasmas.
Con gente que se escapo de la vida
y abrió un arco temporal distinto.
Tan distinto que todos los encuentros
son de madrugada.
Para no despertar a los mediocres.
No sea cosa que se enteren
que estamos conspirando
y vamos a cambiar el mundo.
hasta que dure la borrachera.
Y después volveremos
reptando como lagartos
a nuestras madrigueras.
Y mataremos la resaca
con sándwiches de mortadela.
Mates de yerba vieja.
Y restos de cerveza.
Hasta caer envenenados.
Y poder decir,
pase otro día en la tierra.
jueves, 18 de noviembre de 2010
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