miércoles, 2 de febrero de 2011

Mía nunca, mía siempre.


Evito decir que me gustas.
Porque entonces debería matarte.
Es que ante tanta sinceridad,
Aflora mi lado más salvaje.

Quisiera arrancarte los besos
De tu boca.
Y robarme el elixir de tus senos.
Y embriagarme hasta el hastío.
Con el candor de tus flujos magistrales.

Y entonces, ser la bestia.
Y con un alarido
Proclamar mi debilidad ante este imperio.
De mujer, que eres.

Que me excitas que me ahogas y me enojas.

Y viajo a tus dominios
Como un cazador cazado.
En la puja del no.

Puedo negarte mi deseo.
Hasta ser indiferente.
Y ya no hay cura.

Porque desde que tu sangre rozó mis labios.
El veneno
Corre infrenable
Hacia mi corazón acantilado.
Para estrellar en duras rocas.

Y este abismo,
Que me juras.
Me hace desearte hasta en la muerte.

Y solo me salvaría la locura.
De saberte ya de nadie.
Como fuiste mía nunca.

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