martes, 24 de abril de 2012

Un mil quinientos trece


Me voy yendo para siempre
En esta noche que nadie escucha.
Me diluyo para siempre
en este fin premeditado.

Me llevo así,
El mal y la cura.

Para que este engendro.
Despierte en otro hombre.
Ya pasados muchos años.

Seguro ese mundo que le toque
No será ni parecido al mío
A este que me ocupa.
Y le doy lucha.

Tal vez no exista la propiedad privada.
Ni una institución como esta que llaman matrimonio.
Ni la fidelidad sea un dilema.

Tal vez al fin
El hombre sea libre.
Y abandone el miedo
Y la culpa.

La humanidad
Ya no sufra el hambre.
Deje de ser el cáncer un negocio para las multinacionales.
Se diluyan las desigualdades en un mañana distinto.

Solo se que para que esto al fin suceda.
Ese hombre deberá encontrar las respuestas;
como hice yo, en el alma.

Aunque en mi época eso no sirvió de mucho.

Saint de Exupery
El Aconcagua.
Un mil quinientos trece.

1 comentario:

Juan Ojeda dijo...

Es realmente hermosa la versión de Credulidad por Pedro Aznar, te felicito en primera medida por la inspiradora lista musical que tenés.

Me gustó el poema; una existencia hilvanada para dejar de existir, un corazón que late como el árbol que cae en Tokio y no somos capaces de oír,,, es posible que el silencio se pueda ir flotando en el espacio, a través del tiempo a otro tiempo donde hayan nacido los oídos para cobijarlo,

me terminó sabiendo a esperanza camuflada en pena.

Saludos.
Gracias por compartir.