
Cafés y medidas de whisky importado.
Para saciar el ansia caminante,
de llegar a algún lugar.
Pateando la calle.
Angustia,
anudada en la garganta.
Para protegerse del frió
de la soledad.
Un perro callejero.
Buen acompañante.
Y el recuerdo titilante
de algún desamor.
Yo y mi arrogancia toda.
A la intemperie,
hecha pedazos.
Y retazos del niño que fui
pidiendo asilo.
Y el silencio, como respuesta muda.
Hecho un sorbo y pienso.
La garganta se calienta.
Y después el escoces,
ese es para los dolores incorpóreos.
Que son los que mas duelen.
La carne, sana
o se corta.
Pero como seguimos con el alma
pidiendo respuestas que uno
no quiere dar.
Porque sabe que la vida fue toda.
Y fue vivida.